8/05/2009

SINO


Martín de quince años y su familia viajaban a Buenos Aires procedentes de Francia.
Su padre había sido trasladado por la compañía para la cual trabajaba, finalmente volverían a su país.
Estaba inscripto en el Liceo Francés en donde se reencontraría con su amigo de Perpignan, Olivier.

Su amigo, por chat le contaba lo bien que le iba y por su intermedio conocía todas las caras de sus futuros compañeros. Tenía también, ciertas referencias sobre ellos.
Entrecerró los ojos y las imágenes circularon con rapidez por su mente.
Se vio en la clase con los demás chicos. Trató de imaginar la cara de los profesores y los dibujó sin lápiz en un papel inexistente, sólo trazos que su imaginación le dictaba.
Le causó gracia y una sonrisa curvó su boca y encendió sus ganas.
Recordó entre tantas fotos, aquella donde aparecía en primer plano el rostro de esa chica bonita, la de las pupilas negras y cálidas. Incendiaba su corazón sólo con verla ¡Cómo le gustaba!
Se había propuesto conquistarla ni bien llegara, no le importaba si tenía novio o no, sería para él.

El avión comenzó a tener problemas, el personal de abordo trató de llevar calma e impartió las instrucciones pertinentes.

Los sueños felices de Martín, descansan en el fondo del océano.

6 comentarios:

Arturo Herrera dijo...

Clara, saludos.
Que pertinente y actual tu texto, trae el recuerdo de la desgracia de hace unos meses donde los protagonistas quedaron en el olvido ya que lo importante para las agencias de noticias era encontrar las cajas negras. Todas eran personas con vida y metas.

Un abrazo

Clara dijo...

¡Gracias Arturo por comentar!

De pronto pensé en todas esa vidas truncas, tantos sueños y proyectos.
Es un respetuoso recuerdo hacia todos ellos, más allá de la noticia que ya no vende más.

Beso,
Clara.

Malinata dijo...

Mi querida Clara, perdón primero por no comentar a tiempo, he andado corriendo como siempre pero aquí dejo mis letras.
Cuántas historias como esta o como las que no podemos llegar a imaginar se cortaron en ese momento, familiares que nunca se volvieron a ver, hijos, padres, abuelos, hombres y mujeres de negocios, en fin, tantas historias sin final conocido.
Un bello homenaje para todos los que ahí perdieron la vida y de qué manera, suponiendo este relato que nos obsequias tan crudo, pero al mismo tiempo, tan bello.
Saluditos.
Nata.

Clara dijo...

¡Gracias Nata por comentar!

Hay situaciones, que están fuera del alcance de lo que nosotros podamos hacer individualmente.
Algunos lo llaman destino.

Beso,
Clara.

mariarosa dijo...

Clara, cruel historia, y tan cercana a la realidad. Un saludo.

María Rosa

Clara dijo...

María Rosa, ¡gracias por leer y comentar!
La realidad, supera a la ficción.

Cariños,
Clara.