1/06/2010

Años nuevos

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Todos los años, y antes de que terminen, me tomo un momento para recordar a mis muertos, los encuentro por docenas ya que la muerte ha sido imperdible compañera desde mi nacimiento. Mi hermano gemelo dejo de existir al nacer, algunos infames dicen que para darme paso, y hasta que lo supe, unos años después, entendí ese extraño sentimiento de falta que me persiguió desde que recuerdo, se abrió a mis ojos por un lado la desconfianza hacia mis padres y por el otro la verificación de mi sentimiento. Poco después mi compañero y único amigo de kinder dejó de asistir, la educadora nos dijo que se había ido al cielo, más desconfianza, y ahora lo sé la meningitis se llevó a mi amigo. El bisabuelo, ese pequeño hombre barbado que olía a café y a cigarro desapareció sin que nadie me dijera dónde, sólo sentí la doble ausencia de sus olores y las rojas granadas que me regalaba al llegar a su casa. Niño aún, mi abuelo, tras dolorosa enfermedad, se fue de la ventana del hospital donde los domingos hacíamos un día de campo en el jardín para verlo (o que nos viera) por un breve momento. Ya no hubo historias de bicicletas de ruedas cuadradas o de la extraña dentadura postiza que mordía las piernas de los niños desobedientes. Se acumulaban uno tras otro. La joven pareja con la que soñaba envejecer se fue en tres meses, metástasis dijeron los que saben. Ahí quedaron los afiches de Vermeer, las castañuelas robadas y el corazón de oro. Después mi padre, arquetípico hombre de su tiempo murió de coronarias, la cercanía conseguida el día anterior quedó en suspenso. Mi hija.

De verdad no soy un amargado, es sólo que cada fin de año, en el momento en que la familia brinda, se besa y abraza. De forma invariable, desde hace veintiún años, hay una cosa que desearía escuchar.

Feliz año nuevo, papi.

Y poder contestar.

Feliz año, hija querida.

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2 comentarios:

Malinata dijo...

A veces añoramos lo perdido, otras lo que nunca hemos tenido.
En este punto, haces recuento de pérdidas para llegar a un punto en donde la única que realmente añoras y es esa voz femenina que pudo haber llenado tu espacio pero diría yo: "Al menos la conociste".
En mi caso, mero deseo que nunca llegó a ser realidad pero aun así, la vida sigue y unas cosas se compensan con otras.
No tenemos hijas, pero qué tal hijos maravillosos y en tu caso, tu vivo retrato.
Saluditos.

Giraldez dijo...

Sabes, lo peor de esto es que cuando una persona cercana y querida nos deja, no nos quede remordimiento en pensar que en vida no se hiciera lo debido y siempre que se recuerde nos quedara ese amargor en el corazón.UN BESO