12/17/2009

El Domo en la nariz

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¿Qué si comprendo o justifico que alguien (ni siquiera merece que recuerde su nombre) le rompiera la trompa a Berlusconi?, de inmediato (bueno, no tanto) recordé a Critón que le pide a su maestro que huya de prisión y de Atenas ya que está todo arreglado; Sócrates se niega... espero no tener que explicar más sobre la congruencia y sobre la civilidad. Aquellos que nunca entraron a su clase de ética, me perdonaran, si les recuerdo otra parte del ‘Critón’ sobre las opiniones de los moderados y de los inescrupulosos. La opinión pausada y sopesada sobre los criterios de vivir bien que Sócrates entendía a profundidad, en oposición a la visceral y poco exacta de los, por decir lo menos, faltos de entendimiento (son palabras de Platón, no mías). No es imposible justificar ni comprender, en estricto sensu, la agresión artera de un ser humano realizada sobre otro con premeditación y perfidia. No importa que el perpetrador sea una persona con desordenes mentales o no, que esté bajo tratamiento médico o no, o que esté diseñado genéticamente para estos actos. No hay justificación y no debería haber comprensión.

Tampoco, como se difunde en la prensa, Berlusconi es culpable de su propia desgracia, podrá ser un animal de malas costumbres, podrá encontrarse en el más bajo estadio de humanidad y podrá caernos mal y hasta ser odiado por sus hechos pero ninguna de las anteriores aseveraciones lo hace merecedor de la agresión.

Se ha dado como un hecho en los medios, donde hablan deportistas, políticos y hasta clérigos, de cualquier origen, que si el de enfrente, el otro, no cumple con las reglas aceptadas de convivencia; entonces eso nos habilita para enfrentarlo con sus mismas faltas. Esto no es una posición moral, no tiene nada que ver con el bien y el mal sino con una posición ética personal.

En el momento en que las acciones del otro posibiliten que podamos comprender o justificar nuestra propia salida del marco ético personal, entonces rompemos nuestra propia integridad. Por esto tampoco es posible comprender o justificar la antedicha agresión.

Justificar tiene que ver con justicia, la vida no es justa, los políticos no son justos, el gobierno no es justo, la sociedad no es justa; entonces, ¿por qué tratamos de dar a casi cualquier hecho social o personal el valor (ideal, por cierto) de justo o no? Ante un acontecimiento perfectamente claro (está la nariz de Berlusconi para probarlo), ¿por qué tenemos la duda o la intención de comprender o justificar al agresor? ¿Es lógico, ético o justo que se comprenda una agresión por la historia personal del agredido? No lo creo.

2 comentarios:

Malinata dijo...

Recordé tantos y tantos agredidos(as), enjuiciados(as), calcinados(as), ahorcados(as), de los que está llena la historia que en su momento eran queridos y queridas por su pueblo, la sociedad, el conglomerado, y al momento de la ejecución, aplauden y se emocionan y el espectáculo se vuelve motivo de alegría...
Esta especie humana, más especie que muchas y menos humana que todas.

Marina-Emer dijo...

he salido para recorrer vuestros blogs y desear que paseis un feliz noche vieja en la ultima del año que agoniza y feliz tambien el nuevo año que esta a punto de nacer
BESOS
mARINA