Cuatro horas

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Es una maravilla tener más horas del día que los demás.
Todos piensan que duermo poco, trabajo muy rápido, me divierto mucho y además leo libros en horas extrañísimas.
¿Cómo sucedió y a qué se debe? es un enorme misterio, el asunto es que por cada seis horas que corren normalmente, el mundo se detiene para mí una hora; sin llamadas de teléfono, sin molestas visitas, sin nada que te estorbe o te detenga.
Si duermo hasta las 6:02 duermo una hora más que el resto del mundo. Si salgo del trabajo a las 6:02 adelanto el trabajo una hora más que los sufridos compañeros. Si apago las luces a las 12:02 leo al menos cien páginas más de la novela en turno.
Y por la tarde de las 12:00 a las 12:01 me divierto como cirquero haciendo bromas por doquier: cambio las charolas de dinero a los cajeros de mi banco, a mi jefa le desabrocho la falda para que al levantarse sufra un colapso todos los días, desconecto la aspiradora del personal de aseo, apago el auto y escondo las llaves del inoportuno que impide el paso de peatones, alejo un par de metros (siempre con sumo cuidado) el carrito del bebé de una madre apresurada, aparezco en diferentes puntos de la ciudad en lo que les parece un acto mágico, camino por el túnel de una a otra estación del metro sin temor a electrocutarme, desaparezco objetos sin que nadie se entere jamás cómo lo logro, voy a buscarte a tu oficina y te dejo una flor en las rodillas y, en contadas ocasiones, lloro por la pérdida de un amigo o por ese dolor que me causa tu mirada.
Es una maravilla tener más horas del día que los demás.

Nota: Esta es más una bienvenida, un pretexto para que se animen a escribir.
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