12/18/2008

EMBRIÁGUENSE, Charles Baudelaire



Hay que estar ebrio siempre. Todo reside en eso: ésta es la única cuestión.
Para no sentir el horrible peso del Tiempo que nos rompe las espaldas y nos hace inclinar hacia la tierra, hay que embriagarse sin descanso.
Pero, ¿de qué? De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca.
Pero embriáguense.
Y si a veces, sobre las gradas de un palacio,
sobre la verde hierba de una zanja, en la soledad huraña de su cuarto,
la ebriedad ya atenuada o desaparecida ustedes se despiertan
pregunten al viento, a la ola, a la estrella, al pájaro, al reloj,
a todo lo que huye, a todo lo que gime, a todo lo que rueda, a todo lo que canta, a todo lo que habla,
pregúntenle qué hora es; y el viento, la ola, la estrella, el pájaro, el reloj, contestarán:
“¡Es hora de embriagarse! Para no ser los esclavos martirizados del Tiempo,
¡embriáguense, embriáguense sin cesar!
De vino, de poesía o de virtud, como mejor les parezca.

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